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FERNANDO OLIVERI
Uruguayo, 1957

Fernando Oliveri es un destacado referente en las artes visuales de Uruguay, un maestro del realismo cuya obra, lindante con el hiperrealismo, trasciende la mera representación para adentrarse en la psique de sus sujetos y la esencia nostálgica de lo cotidiano. Oliveri posee una habilidad casi clarividente para capturar no solo la fisonomía, sino el universo interior que se devela en un gesto, en la luz de unos ojos. Él mismo confiesa que "la realidad es lo que me atrae, me motiva poder llevar al lienzo una imagen que me movilice, esa que me mantiene activo y atento".

 

Nacido en Montevideo y con años formativos cruciales también en Fray Bentos –una ciudad cuya atmósfera parece haber impregnado su sensibilidad artística–, el camino de Oliveri hacia la consagración no fue lineal. Impulsado por una pasión por el dibujo que lo acompañaba desde niño, su dedicación lo llevó a pintar incansablemente durante las noches hasta abrazar por completo su vocación artística. Esta entrega se vio cimentada por estudios en la Escuela de Bellas Artes con Claver Lara y su trabajo en el taller de Gustavo Alamón, quien se convirtiera en su mentor. En 1986, su formación se expandió al unirse al prestigioso Club de Grabado de Montevideo, forjando un dominio técnico que hoy es su sello.

 

El arte de Oliveri es una inmersión profunda en la tradición figurativa. Su obra exterioriza su realidad y su entorno, buscando capturar en el lienzo todo lo que le rodea, desde la figura humana hasta objetos como tarros, pinceles, cuerdas o sillas. Sus retratos son, sin duda, el epicentro de su aclamación. En ellos, la mirada es la protagonista absoluta; cada pincelada está al servicio de desentrañar la historia y el carácter del retratado. Su proceso, más "pensado" que "espontáneo", se desarrolla siempre con óleo sobre lienzo, técnica que le permite corregir, borrar y reiniciar hasta alcanzar la imagen deseada. Busca "atrapar al espectador", generando un diálogo íntimo entre quien mira y la obra.

 

Más allá de los retratos, su maestría se extiende a naturalezas muertas (bodegones) de una meticulosidad asombrosa, donde objetos aparentemente mundanos adquieren una dignidad y una cualidad atemporal. Las escenas domésticas y su experimentación con el trompe-l'œil (“engaña ojo”), la técnica pictórica que busca crear una ilusión óptica tan convincente que el espectador crea que los objetos pintados son reales y tridimensionales, evidencian una constante exploración del tiempo, la memoria y la percepción. En cada composición, Oliveri parece detener el instante, considerando cada obra única, sin vincularla necesariamente con la anterior, invitando al espectador a una reflexión sobre la belleza inherente a lo ordinario. Entre sus influencias, Oliveri reconoce al maestro español Antonio López, a los norteamericanos Daniel Sprick y David Kassan, y a los maestros uruguayos Juan Manuel Blanes y Pedro Blanes Viale.

 

Desde la fundación de su propio taller en el año 2000, que también ha servido como cuna para nuevas generaciones de artistas, Fernando Oliveri ha mantenido una prolífica presencia en la escena artística. Su obra ha sido aclamada en numerosas exposiciones individuales y colectivas a lo largo de Uruguay, Argentina, Brasil, Estados Unidos (representando a Uruguay en 2001 en el X Salón de Arte Iberoamericano en Washington D.C.) y diversas naciones de Europa y Asia. Este reconocimiento se ha materializado en más de diez premios, destacándose el Primer Premio en la "Tercera Muestra Nacional de Plásticos Jóvenes de Coca Cola" –que le abrió las puertas a la Bienal de Arte de São Paulo en 1987–, el Primer Premio de pintura en la IV Bienal de Salto, y el Premio MAAM del Museo de Arte Americano de Maldonado.

 

Fernando Oliveri no es solo un pintor de técnica brillante; es un narrador de lo invisible, un artista que eleva lo cotidiano a la categoría de lo extraordinario. Su legado, visible en colecciones privadas y públicas y difundido también a través de herramientas digitales que considera excelentes para la conexión y difusión, lo consolida como una de las fuerzas más vitales y respetadas del arte contemporáneo uruguayo.

Obras

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